lunes, 7 de junio de 2010

New York, New York, Swing and Blues



Me siento como un personaje de Alex Katz, aquel pintor que mi madre me enseño hace ya años luz, cuyo libro estaba entre los de la colección "genios de la pintura" ( por que que las editoriales pondrán esos nombre tan feos a los libros de pintura?). Ese ejemplar parecia incomodo en aquel lugar en el que nunca eligio estar, aunque después se logro asimilar. Una pintura del neoyorquino Alex Katz en la que una mujer observa ausente una obra de arte en un museo desierto, como eran los museos cuando era chica, desiertos y silenciosos. Ahora están esos cochinos sensores que suenan cuando uno se acerca demasiado a una obra ( y cuanto sera demasiado?) ("por favor no acercarse a la obra, gracias", gracias de que?, gracias nada...!!!). No me voy a robar la pintura, aunque tengo intenciones, no me la voy a robar, me conformo con "genios de la pintura". Esa obra de Alex Katz nunca existió, simplemente yo me imagino en una escena así, que bien podría haberla pintado el Andy Warhol de los coctailes y los vestidos Jackie Kennnedy.
Vuelvo a recorrer un museo, esta vez acompañada, y suena muyyyy raro. Esa figura ausente que esta detrás mio, esa figura que decide separarse de mi y estudiar en solitario otro pasaje de la sala, tiene un universo de pequeños universos, veo unicornios. Esto era ciertamente sentir placer, estar ante algo placentero ( lejos de Robert Mapplethorpe, dios!!). Espero que mi tiempo ante una obra de arte no te afecte, porque puedo estar horas embelesada frente un tramo de infinita luz, o ante un rostro de la legión extranjera que ahora no es mas que un puñado de arte contemporáneo, es que todos terminaremos siendo arte contemporáneo?. Parece que este hombre decide seguir mis andanzas, y yo hoy siento la necesidad de volver a danzar, conectarme con la parte mas cercana a mi femineidad, que nada se compara al cotidiano que todo lo empudrece. Hoy necesito volver a ponerme mis trapos sueltos, y volver a danzar el viento helado desde esa ventana... vuelvo a mi, vuelvo a mi sensualidad que alguien intento exterminar alguna vez. Y algún día volveré a pintar...
Por lo pronto paso un domingo que hoy es sábado alrededor del arte en sordina que me sigue desvaneciendo, que me hace pensar lo misterioso que es el mundo, aunque este bajo la apariencia de un shopping con escalera mecánica. No me importa, me creo que estoy en New York en los 70 y que en cualquier momento sale de una esquina Andy Warhol con una copa de Chandon hablando incoherencias agradables a la vista. Y salgo de la apariencia y miro azorada aquella Frida Kahlo que esta ahí, apreciando como los demás la observan con admiracion, ella de una bondad infinita que solo germina reproducción, aire y monos que van atravesando sus telas. "Que la hizo tan celebre a esta mujer?" Solo nos mostró lo que años mas tarde se terminaria convirtiendo en un objeto mas de ese consumismo que todo lo corrompe: el exotismo latinoamericano. Ella de ojos aterciopelados, yo solo puedo ver en ellos la infinitud de la que nadie aun se percata.
No encuentro mayor paz que la que hay entre las salas de un museo, me acunaron en momentos donde lo único que era posible era la salvación a través de la destrucción. Ahi estaba el Empire sigiloso, diciendome algo que no entendía, inaudito, pero podía oler el humo que recorría sus vertices, la sinfonia de los coches por las avenidas, un olor a quemado, el silencio de una ciudad a punto de explotar o implotar.
El absurdo no contiene nada de lo que ven mis ojos, y nada de lo que observo lo contiene a el, no entiendo de que me están hablando...