miércoles, 24 de marzo de 2010

El quitasol

Cubrete el rostro, y llora, vomita...



Salir de Juan Bautista Alberdi al 1200 sin saber a donde ir, y lo peor, tener a donde ir. Caminar sus calles empedradas, pasar por un centro de estetica, calles imitacion recoleta, y darse cuenta que toda nuestra existencia transita como violencia, que el amor es violencia, las hojas que caen en un verano por momentos inalterable son violencia, la vida a traves del colectivo tambien lo es, la mentira implicita en cada menstruacion, la lucidez de las almas... el sol que congela. Como se sobrevive cuando el mundo se rebalsa en violencia cruda y despiadada? Una palabra, un gesto puede desencadenar un llanto desconsolado en tu cuarto, correr las cortinas y desear que el dia termine cuanto antes, dormir y no volver a despertar.
El sexo es violencia, igualmente la x siempre fue una letra ultraviolenta.
Busque ejemplos de no violencia en el mundo y no los encontre, el mundo se quiebra frente a mi y nadie se percata de aquello. Quizas el amor este ante mis ojos.
La violencia se contruye de a dos, se autogenera y por consecuencia es retroalimentada con mas violencia, una posible explicacion. Es que habra quizas algo que no la contenga? Habra bondad en el mundo, seres iluminados, luz ? Carezco para hacer poesia.

Me pregunto si esto tambien es violencia, probablemente hoy... si, no importa.



Las voces que se escuchan en este coro perteneciente a "La pasion segun San Mateo" de Johann Sebastian Bach lograron atenuar la necesidad imperiosa de cerrar los ojos, y quien no sienta que le explota el corazon con esta sinfonia puede morir en el cadalso.








Cúbrete el rostro
y llora.
Vomita.
¡Sí!
Vomita,
largos trozos de vidrio,
amargos alfileres,
turbios gritos de espanto,
vocablos carcomidos;
sobre este purulento desborde de inocencia,
ante esta nauseabunda iniquidad sin cauce,
y esta castrada y fétida sumisión cultivada
en flatulentos caldos de terror y de ayuno.
Cúbrete el rostro
y llora...
pero no te contengas.
Vomita.
¡Si!
Vomita,
ante esta paranoica. estupidez macabra,
sobre este delirante cretinismo estentóreo
y esta senil orgía de egoísmo prostático:
lacios coágulos de asco,
macerada impotencia,
rancios jugos de hastío,
trozos de amarga espera...
horas entrecortadas por relinchos de angustia.

Oliverio Girondo, Invitacion al vomito